10 julho 2007

George Campbell Morgan (1863 - 1945)

George Campbell Morgan nació el 9 de diciembre de 1863, en una granja de Tetbury, Gloucestershire, Inglaterra. Fue hijo de un piadoso ministro bautista de tradición puritana. Su casa trasuntaba verdadera piedad.

Morgan fue un niño enfermizo, incapaz de asistir a la escuela, por lo que tuvo que ser enseñado en casa. El resultado fue una sólida inclinación por el estudio que llevó durante toda su vida. Recluido en casa por largos períodos, solía entretenerse predicando a las muñecas de sus hermanas.
Cuando Morgan tenía 10 años de edad, el evangelista norteamericano D. L. Moody fue por primera vez a Inglaterra, y el efecto de su ministerio, más la dedicación de sus padres, dejó tal impresión en la vida del joven Morgan, que a los 13 años predicó su primer sermón. Dos años después, él ya predicaba regularmente en capillas rurales los domingos y festivos.

Sin embargo, a los 19 años, su mente se entrampó en las teorías del materialismo. Estudió filosofía, y mientras más leía, más preocupado se tornaba. Dejó su Biblia cerrada durante dos años en lo que él llamó el «eclipse» de su fe. Cuando llegó a los 21 años, estaba lleno de dudas. Entonces guardó con llave sus libros filosóficos en un armario, se compró una nueva Biblia y la leyó de principio a fin. Recordando esos años caóticos, Morgan escribió después: «La única esperanza para mí fue la Biblia... Dejé de leer libros sobre la Biblia y empecé a leer la Biblia misma. Allí vi la luz y fui devuelto al camino». Durante los siete años siguientes, él leyó sólo la Biblia, en total, más de 50 veces.

Entre 1883 y 1886, él enseñó en una escuela judía en Birmingham, de cuyo director, un rabino, aprendió a valorar la herencia de Israel.

Morgan trabajó con D. L. Moody y Sankey en su recorrido evangelístico por Gran Bretaña en 1883. En 1886, a los 23 años, dejó su profesión de maestro, y se consagró a tiempo completo al ministerio de la Palabra.
Pronto su reputación como predicador y expositor de la Biblia abarcó Inglaterra y se extendió a los Estados Unidos.
Fue ordenado como ministro congrega-cional en 1890, habiendo sido rechazado dos años antes por el Ejército de Salvación y por los metodistas wesleyanos, en su sermón de prueba. ¡Esta parece ser la suerte de muchos hombres de Dios, ser reprobados por los hombres, para ser vindicados después por Dios mismo!

En 1896, D. L. Moody lo invitó a dar una conferencia a los estudiantes del Instituto Bíblico Moody, en Estados Unidos. Ésta fue la primera de sus 54 travesías por el Atlántico para ministrar la Palabra. Tras la muerte de Moody en 1899, Morgan asumió el cargo de director de la Conferencia Bíblica de Northfield, que aquél había dirigido por muchos años. Los miles de convertidos por el ministerio de Moody necesitaban un maestro de la Biblia para fortalecer y profundizar su fe. Campbell Morgan llegó a ser ese maestro.

El método de Morgan era orar, a menudo brevemente, y luego estudiar la Escritura misma –tomándola en su pleno contexto– antes de iniciar los comentarios. Él nunca usó la pluma para hacer ninguna anotación sobre alguno de los libros de la Biblia antes de leerlo por lo menos 50 veces. Esto daba a su trabajo una extraordinaria frescura e inspiración. Él rara vez citaba a otros maestros de la Biblia, ni dependía de la luz que otros recibieron. Sus exposiciones bíblicas aun hoy resultan tan motivadoras e inspi-radoras, que uno no puede sino maravillarse de la luz que Morgan recibió de la Palabra.

En 1904, Campbell Morgan asumió la dirección de la congregación de la famosa Capilla de Westminster, conocida como «el bastión del no-conformismo» en Londres. La congregación estaba de capa caída por ese tiempo, y añoraba los viejos y dorados tiempos de Samuel Martin, quien la había pastoreado entre los años 1842 y 1878. El profundo conocimiento bíblico, y la presencia imponente de Campbell Morgan, además de su correctísima dicción, le hicieron muy pronto conocido. La Capilla de Westminster revivió. Pronto instituyó una escuela bíblica nocturna los viernes, que más tarde llegó a ser la Escuela de Teología de la Capilla de Westminster.

Poco después, Morgan estableció la Conferencia Bíblica Mundesley, una versión inglesa de la Northfield de Moody, que reunía anualmente a eminentes ministros y obreros cristianos de varias corrientes denominacionales y países. Mundesley llegó a ser una parte vital de la Capilla de Westminster.

Tras un largo pastorado, se retiró en 1916, debido a una debilitadora enfermedad, convirtiéndose luego en un predicador itinerante. En 1919 y 1932 realizó amplias giras evangelísticas y de predicación en Estados Unidos. Muchos miles de personas le oyeron predicar en casi cada estado y en Canadá. Durante un año (1927-1928) sirvió en la facultad del Instituto Bíblico de Los Angeles, y durante un año (1930-1931) fue un expositor de la Biblia en la Universidad de Gordon de Teología y Misiones en Boston. Entre 1929 y 1932 fue pastor de la Iglesia del Tabernáculo Presbiteriano en Filadelfia, Pennsylvania.

El atractivo de Morgan era asombroso. A menudo cuando él hablaba, las muchedumbres eran tan grandes que era necesario el control policial. F. B. Meyer cuenta que cierta vez él compartió el púlpito con Campbell Morgan en la Conferencia de Northfield, y que la gente llegaba en tropel a escuchar las brillantes exposiciones de éste sobre las Escrituras. Meyer confesaría después que al principio tuvo envidia, pero luego encontró un maravilloso remedio: «La única manera por la cual yo pude conquistar mis emociones fue orando por Morgan cada día».

Más tarde, en 1933, Morgan habría de reasumir el pastorado de Westminster hasta el año 1943. Su vida terrenal de testimonio y servicio concluyó en mayo de 1945.
Un rico legado para la Iglesia

Campbell Morgan fue, durante toda su vida, fiel a su vocación: «Sólo hay una cosa que quiero hacer y no puedo evitarlo: predicar», solía decir. Expositivo en sus sermones, siempre se ciñó al texto bíblico y a él apeló en primera y última instancia.
Fue, además, un prolífico pero profundo de libros, folletos, tratados y artículos. Entre sus libros publicados en inglés se destacan: «Las Parábolas del Reino», los once volúmenes del «Púlpito de Westminster», «La Biblia analizada», en diez volúmenes, y «Una Exposición Completa de la Biblia».

En español se han publicado: «Principios básicos de la vida cristiana», «Profetas menores», «El discipulado cristiano», «Las enseñanzas de Cristo», «El Espíritu de Dios», «Evangelismo»; «El ministerio de la predicación», «Pedro y la Iglesia», «La perfecta voluntad de Dios», «El plan de Dios para las edades», «Principios básicos de la vida cristiana», «Los triunfos de la fe», y «El último mensaje de Dios al hombre», por la editorial CLIE, de España; y «Las cartas de nuestro Señor», «Jesús responde a Job», «El corazón de Dios: Oseas», «Grandes capítulos de la Biblia» (dos volúmenes), «¡Me han defraudado!: Malaquías», «Las Crisis de Cristo» (dos volúmenes), por la Editorial Hebrón, de Argentina.

Aunque no pueda atribuirse a G. Campbell Morgan la apertura de grandes verdades bíblicas, como hicieron otros grandes siervos de Dios, él expuso la Biblia con luz fresca y con una expresión muy peculiar.

Gracias a su inspiradora y vigorosa predicación, Morgan atrajo a miles a amar la Biblia a través de sus mensajes, y sus libros de reflexiones bíblicas son populares entre los buscadores del Señor aún en nuestros días. Los escritos de Campbell Morgan tienen una profunda visión, son únicos e incomparables en expresividad. El Señor Jesús le dio una revelación especial para traer al pueblo de Dios a la comunión con Él, siendo nutrido e iluminado a través de un conocimiento espiritual de la Biblia.

Encontrando-se com Jesus – O Homem Rico





Hoje vamos meditar sobre o encontro entre Jesus e um homem que queria saber como herdar a vida eterna. Essa história está narrada no evangelho de Lucas 18:18-23 e também nos evangelhos de Mateus (19:16-22) e Marcos (10:17-22).

(18) E perguntou-lhe um dos principais: Bom Mestre, que hei de fazer para herdar a vida eterna? (19) Respondeu-lhe Jesus: Por que me chamas bom? Ninguém é bom, senão um, que é Deus. (20) Sabes os mandamentos: Não adulterarás; não matarás; não furtarás; não dirás falso testemunho; honra a teu pai e a tua mãe. (21) Replicou o homem: Tudo isso tenho guardado desde a minha juventude. (22) Quando Jesus ouviu isso, disse-lhe: Ainda te falta uma coisa; vende tudo quanto tens e reparte-o pelos pobres, e terás um tesouro no céu; e vem, segue-me. (23) Mas, ouvindo ele isso, encheu-se de tristeza; porque era muito rico.
Esse encontro normalmente é citado como a história do jovem rico. E embora no evangelho de Mateus ele seja chamado de jovem, nos evangelhos de Marcos e Lucas o perfil é de um homem maduro, com posição de destaque na sociedade.

Todos os evangelhos reforçam a idéia de que ele tinha algum tipo de autoridade em sua comunidade (em outras palavras, poder) e que era um homem riquíssimo (Lc 18:23) ou dono de muitas propriedades (Mc e Lc).

Nosso personagem de hoje era um homem com profundas raízes religiosas. Ele estava preocupado com a vida eterna. Nesta vida ele já tinha o suficiente, mas ele se sentia inseguro em relação à eternidade.

Nós não sabemos a origem da sua riqueza. Talvez ele tivesse feito por onde, trabalhado arduamente em seus empreendimentos e investido corretamente os seus ganhos até que se tornou dono de muitas propriedades; ou quem sabe ele era de uma família rica que havia deixado para ele uma grande herança, muitos bens e muita riqueza.

De uma forma ou de outra, parece que ele vai ao encontro de Jesus porque sentia que agora era necessário garantir também uma boa vida eterna.

Encontrando-se com Jesus – O Centurião de Cafarnaum



Introdução

Nesta série de mensagens “Encontrando-se com Jesus” temos meditado sobre personagens que tiveram suas vidas mudadas através da vida e da presença do Senhor Jesus. O homem de Gadara, a mulher que sofria com uma hemorragia e Jairo, o chefe da sinagoga que tinha uma filha doente, tiveram suas vidas tocadas pela presença transformadora de Cristo.

Hoje vamos conhecer a história de um militar da cidade de Cafarnaum. Ele também teve um encontro com Jesus e sua história está narrada no evangelho de Lucas 7: 1-10.

(1) Tendo Jesus concluído todas as suas palavras dirigidas ao povo, entrou em Cafarnaum. (2) E o servo de um centurião, a quem este muito estimava, estava doente, quase à morte. (3) Tendo ouvido falar a respeito de Jesus, enviou-lhe alguns anciãos dos judeus, pedindo-lhe que viesse curar o seu servo. (4) Estes, chegando-se a Jesus, com instância lhe suplicaram, dizendo: Ele é digno de que lhe faças isto; (5) porque é amigo do nosso povo, e ele mesmo nos edificou a sinagoga. (6) Então, Jesus foi com eles. E, já perto da casa, o centurião enviou-lhe amigos para lhe dizer: Senhor, não te incomodes, porque não sou digno de que entres em minha casa. (7) Por isso, eu mesmo não me julguei digno de ir ter contigo; porém manda com uma palavra, e o meu rapaz será curado. (8) Porque também eu sou homem sujeito à autoridade, e tenho soldados às minhas ordens, e digo a este: vai, e ele vai; e a outro: vem, e ele vem; e ao meu servo: faze isto, e ele o faz.

(9) Ouvidas estas palavras, admirou-se Jesus dele e, voltando-se para o povo que o acompanhava, disse: Afirmo-vos que nem mesmo em Israel achei fé como esta. (10) E, voltando para casa os que foram enviados, encontraram curado o servo. enviados, encontraram o servo com saúde. (Lucas 7:1-10)
Entre os vários encontros que Jesus teve com tantas pessoas durante o seu ministério esse é um dos mais surpreendentes. Ao narrar esse fato, Lucas conta uma história em que a atitude dos personagens envolvidos parece não ser coerente com o que se esperaria de cada um deles.

• Primeiro vemos o dono de um servo que o estimava a ponte de preocupar-se com a saúde dele, em vez de simplesmente descartá-lo, como seria normal e aceitável;
• Olhando por outro ponto de vista, vemos um militar romano, quer representava a autoridade de Roma, se submetendo a pedir ajuda a líderes religiosos de um povo dominado;
• É possível também ver anciãos judeus intercedendo em favor de um oficial do exército estrangeiro, de um povo que lhes oprimia;
• Por outro lado esses mesmo líderes religiosos judeus, que sempre estiveram do lado oposto a Jesus, nesta história suplicam ao Mestre para que ele faça uma cura;
• Por fim, vemos Jesus, o filho de Deus, o autor e consumador da fé, admirado com a fé de um militar romano.

Porque essas pessoas de Cafarnaum parecem agir fora do script que se espera delas? O ponto central dessa questão parece ser a fé demonstrada pelo centurião de cafarnaum. Um tipo de fé que Jesus não encontrou com muita freqüência em seus dias, mas que o deixou alegre e muito animado.

18 junho 2007

Encontrando-se com Jesus – Jairo e sua Filha

TRAZENDO À MEMÓRIA

Domingo passado vimos o encontro de Jesus com uma mulher que sofria há doze anos com uma hemorragia.

Em uma grande demonstração de fé, aquela mulher venceu barreiras religiosas, sociais e emocionais para chegar perto do Senhor Jesus Cristo. Ela acreditava que se apenas tocasse a orla da sua roupa ficaria curada.

Esgueirando-se entre a multidão, ela tocou as vestes de Jesus é imediatamente a doença que lhe atormentava por doze anos foi embora.

Espremido no meio da multidão, Jesus quis saber quem o havia tocado. A pergunta parecia não fazer sentido, mas o Senhor queria curar não apenas o corpo daquela mulher, mas sua alma. Por isso ele insistiu, até que ela se apresentou e testemunhou sobre como ela tinha chegado até ali e como havia sido curada.

Aquele que curou o corpo também restaurou o relacionamento da mulher consigo mesma: antes ela escondia o próprio rosto, agora se apresentava diante da multidão.

Aquele que estancou a hemorragia, também restaurou o relacionamento da mulher com sua comunidade: antes rejeita pela religião e pela sociedade, agora ela não precisava mais isolar-se das pessoas.

Aquele que curou o corpo, também restaurou o relacionamento daquela mulher com o Senhor: antes ela só enxergava a orla da roupa de Jesus, agora falava com ele frente a frente, olhos nos olhos.
INTRODUÇÃO

Hoje vamos meditar sobre a história de um homem chamado Jairo e sua filha. O texto é Lucas 8: 40-42, 49-56.

(40) Ao regressar Jesus, a multidão o recebeu com alegria, porque todos o estavam esperando. (41) Eis que veio um homem chamado Jairo, que era chefe da sinagoga, e, prostrando-se aos pés de Jesus, lhe suplicou que chegasse até a sua casa. (42) Pois tinha uma filha única de uns doze anos, que estava à morte. Enquanto ele ia, as multidões o apertavam.

(49) Falava ele ainda, quando veio uma pessoa da casa do chefe da sinagoga, dizendo: Tua filha já está morta, não incomodes mais o Mestre. (50) Mas Jesus, ouvindo isto, lhe disse: Não temas, crê somente, e ela será salva. (51) Tendo chegado à casa, a ninguém permitiu que entrasse com ele, senão Pedro, João, Tiago e bem assim o pai e a mãe da menina. (52) E todos choravam e a pranteavam. Mas ele disse: Não choreis; ela não está morta, mas dorme. (53) E riam-se dele, porque sabiam que ela estava morta. (54) Entretanto, ele, tomando-a pela mão, disse-lhe, em voz alta: Menina, levanta-te! (55) Voltou-lhe o espírito, ela imediatamente se levantou, e ele mandou que lhe dessem de comer. (56) Seus pais ficaram maravilhados, mas ele lhes advertiu que a ninguém contassem o que havia acontecido.


Do outro lado do mar da Galiléia, Jesus tinha libertado um outro homem da opressão de forças espirituais que queriam destruí-lo. Aquele homem que havia perdido o controle do seu corpo, das suas emoções e da sua mente. Vivendo antes sob o domínio de demônios, depois de encontrar-se com Jesus ele foi liberto. O encontro de Jesus com Jairo aconteceu quando o Senhor estava voltando da região de Decápolis; no meio de uma multidão que festejava o Seu.

Jairo e o Encontro

Jairo era chefe de uma sinagoga. Entre as suas atribuições estava a presidência da assembléia, interpretar a lei, decidir sobre questões legais, administrar a justiça, abençoar os casamentos e decretar os divórcios, a direção do culto na sinagoga, a seleção daqueles que deveriam liderar a oração, ler as escritura e pregar. Geralmente apenas uma pessoa ocupava essa posição em cada sinagoga, tornando-se alguém influente em sua comunidade.

Jairo era um homem respeitado, culto, inteligente, com boa formação acadêmica e religiosa. Mas quando Jesus desceu do barco e a multidão festejava o seu retorno, o semblante de Jairo não era de alegria. Ele demonstrava um misto de tristeza e esperança. Sua filha de doze anos estava à beira da morte.

Perder um filho deve ser uma experiência tenebrosa. É uma situação que foge ao curso natural da vida. A Bíblia não dá detalhes sobre a doença de garota, mas é certo que era algo muito grave. Jairo vivia sobre a sombra da morte de sua única filha.

É fácil imaginar que Jairo usou de todos os recursos disponíveis para curar sua filha. Os melhores médicos, os melhores remédios. Cuidado e carinho não devem ter faltado àquela menina. Mas ainda assim, a morte rondava a vida daquela família e Jairo, o chefe da sinagoga, não podia fazer mais nada.

Você está vivendo uma situação parecida com a de Jairo? Talvez não com uma filha à beira morte, mas com alguma situação sobre a qual você já não tem mais controle? Você já usou todos os seus recursos, a sua inteligência e a sua influência para solucionar essa questão, mas nada mudou?

Eu quero lhe encorajar a tomar uma atitude que deveria ter sido tomada desde o começo da sua angústia: prostrar-se aos pés de Jesus e suplicar pela ajuda Dele.

(41) Eis que veio um homem chamado Jairo, que era chefe da sinagoga, e, prostrando-se aos pés de Jesus, lhe suplicou que chegasse até a sua casa.

O chefe da sinagoga, sem alternativa para doença da filha, foi procurar a Jesus. Mas aqueles que conhecem o Filho de Deus com seu salvador não precisam esperar. Podem suplicar e clamar por socorro em qualquer tempo.

As coisas anda complicadas? Parece que nada dá certo? Parece que na batalha da vida você sempre está perdendo? Os problemas são maiores que sua capacidade para resolvê-los? Faça como Jairo, prostre-se aos pés de Jesus e suplique que Ele chegue até a sua casa! O Senhor Jesus prontamente atendeu ao chamado do chefe da sinagoga e também vai atender ao seu chamado.

Um Encontro Atrapalhado

No caminho para a casa de Jairo aglomerou-se uma grande multidão em volta de Jesus. No meio da multidão o Senhor para e pergunta quem o havia tocado. Em resposta à pergunta de Jesus, começa então uma discussão do tipo “não fui eu”, “eu também não”.

O que se passava no coração de Jairo enquanto os discípulos ignoravam o significado da pergunta de Jesus? O que se passava no coração de Jairo no momento em que Jesus insistiu em querer saber quem o havia tocado? Um turbilhão de pensamentos deve ter tomado conta da mente de Jairo

· Porque Jesus se aproxima de gente tão tosca e sem compreensão das coisas?
· Minha filha está à beira da morte; nós precisamos ir logo.
· Isso não está certo! Eu sou o chefe da sinagoga!
· Porque Jesus parou, que pergunta boba é essa?

Mas os sentimentos dele não tinham nenhuma base real. Não havia ninguém contra ele. Ninguém queria impedir Jesus de chegar até a sua casa. Ninguém deseja o mal para sua filha. Simplesmente Jesus tinha feito uma pergunta, aparentemente estranha, e as pessoas estavam tentando responder.

Jairo não conseguia enxergar muita coisa além de si mesmo e de sua filha à beira da morte. Ele estava tão ansioso por ver resolvidos seus próprios problemas que não era capaz de lidar com o tempo de Deus.

O tempo é uma criação de Deus. Ele está fora do tempo. Por isso, para Ele, um dia é como mil anos e mil anos como um dia. Jesus era Deus feito gente. Paulo diz que tudo que existe (inclusive o tempo) foi feito por Ele e João afirma que Ele estava no princípio com Deus, portanto Jesus já existia fora da dimensão do tempo. Ele mesmo afirma isso em João 8:58 quando afirma: Em verdade, em verdade eu vos digo: antes que Abraão existisse, EU sou.

O tempo estava passando, sua filha piorava cada vez mais, porque Jesus não ia logo? Jairo não sabia que Jesus é Senhor do também do tempo.

Pode ser que você já tenha feito como Jairo. Pode ser que você já se prostrou em oração diante dele e pediu ajuda. Ou, talvez, você fez uma oração simples e sincera pedindo a intervenção dele em um problema que você não sabe com resolver.

Mas parece que o Senhor não chega! Parecer que outras pessoas têm furado a fila e sido atendidos na sua frente. Um irmão conta uma bênção aqui, outro conta as maravilhas de Deus no programa de TV, outro foi curado acolá. Aí você começa a se sentir desprezado e abandonado pelo Senhor. Em seguida um desânimo vai tomando conta da sua relação com Deus e seu coração vai cedendo lugar até à inveja. Afinal, parece que Deus realmente dá mais atenção aos outros do que a você.

Lembre-se disso: É melhor o tempo de Deus do que o seu tempo. É melhor a vontade de Deus do que sua vontade. É melhor o agir de Deus do que as suas trapalhadas.

Se você em oração chamou o Senhor para fazer parte da sua vida, ele não o abandonará. Ele é Senhor do tempo e está permanentemente trabalhando para que você se torne mais parecido com o Seu filho Jesus Cristo.

Pode parecer que está demorando, pode parecer que dessa vez vai tudo por água abaixo, mas você precisa se lembrar de que o Senhor está no controle de todas as coisas e confiar Nele. Ele quer o seu bem! Ele não se atrasa.

O apóstolo Pedro advertiu a Igreja de que chegaria uma época em que o tempo de Deus seria questionado. Uma época em que as pessoas zombariam de Deus e o acusariam de estar atrasado.

(3) tendo em conta, antes de tudo, que, nos últimos dias, virão escarnecedores com os seus escárnios, andando segundo as próprias paixões (4) e dizendo: Onde está a promessa da sua vinda? Porque, desde que os pais dormiram, todas as coisas permanecem como desde o princípio da criação. (5) Porque, deliberadamente, esquecem que, de longo tempo, houve céus bem como terra, a qual surgiu da água e através da água pela palavra de Deus, (6) pela qual veio a perecer o mundo daquele tempo, afogado em água. (7) Ora, os céus que agora existem e a terra, pela mesma palavra, têm sido entesourados para fogo, estando reservados para o Dia do Juízo e destruição dos homens ímpios. (8) Há, todavia, uma coisa, amados, que não deveis esquecer: que, para o Senhor, um dia é como mil anos, e mil anos, como um dia. (9) Não retarda o Senhor a sua promessa, como alguns a julgam demorada; pelo contrário, ele é longânimo para convosco, não querendo que nenhum pereça, senão que todos cheguem ao arrependimento. (II Pedro 3:3-9).

Jesus atrasado

É possível que o encontro de Jesus com a mulher que tocou nas suas vestes e foi curada no meio daquela multidão não tenha durado mais que meia hora. No entanto esse tempo foi suficiente para que a menina não resistisse e morresse. Jesus tinha se atrasado.

(49) Falava ele ainda, quando veio uma pessoa da casa do chefe da sinagoga, dizendo: Tua filha já está morta, não incomodes mais o Mestre.

Tinha acontecido aquilo que Jairo mais temia. Sua única filha havia morrido. As orações tinha sido em vão, o clamor ao filho de Deus não dera resultado. Não era preciso mais incomodar a Jesus. Jairo deve ter baixado a cabeça e começado a chorar a filha morta.

É assim que você se encontra? De cabeça baixa, pranteando sua filha morta, lamentando o emprego perdido, lamentando o carro batido, chorando o casamento desfeito, lamentando a doença descoberta...

É isso que você tem ouvido? Que sua fé foi fraca, você não pediu o suficiente, você tem algum pecado escondido, deve ter uma maldição hereditária, você não é uma pessoa de sorte, alguma coisa está errada com você... E por isso não vale mais a pena incomodar o mestre?

Em nome de Jesus ouça as palavras que o Senhor disse para Jairo: (50) Mas Jesus, ouvindo isto, lhe disse: Não temas, crê somente, e ela será salva.

Não se assuste com as circunstâncias tenebrosas, não se apavore com os problemas sem solução, não se angustie com a aparente demora de Deus. Não tenha medo, creia somente!

Poder sobre a Morte

Jairo seguiu com Jesus. Quando chegou em casa, os pranteadores já estavam instalados. O clima era de dor e consternação. O choro dos vizinhos e amigos era ouvido por toda a casa. Era um choro legítimo de quem sabia que nada mais podia ser feito: a menina estava morta.

Jesus então diz algo que provoca a zombaria daqueles que tinha acompanhado a morte da menina.

(52) E todos choravam e a pranteavam. Mas ele disse: Não choreis; ela não está morta, mas dorme. (53) E riam-se dele, porque sabiam que ela estava morta.

Quando no meio da dor e do sofrimento parece que vai surgir uma esperança, sempre tem alguém para zombar e fazer pouco caso. Quando um fio tênue de esperança é tecido em nosso coração pela Palavra de Deus, sempre aparece alguém para parti-lo e nos amarrar novamente à nossa dor.

Jesus então toma a menina morta pela mão e diz: menina levanta-te! A vida retornou ao corpo morto da menina e ela se colocou de pé.

(50) Mas Jesus, ouvindo isto, lhe disse: Não temas, crê somente, e ela será salva.

De repente a zombaria daqueles que fizeram pouco caso cessou. De repente o choro dos que haviam perdido a esperanças cessou. De repente a desconfiança transformou-se em testemunho do grande poder de Deus. De repente a morte deu lugar à vida.

Em Oração

A Bíblia a afirma que a justa recompensa pelos nossos pecados é a morte. Somos uma espécie de mortos vivos, porque a condenação do nosso pecado está sobre nós.

Mas hoje você viu que Jesus tem poder sobre a morte.

Ele vos deu vida, estando vós mortos nos vossos delitos e pecados, (Efésios 2:1)

Vocês estavam mortos em pecados e seus desejos pecaminosos ainda não tinham sido afastados. Então Ele deu-lhes participação na própria vida de Cristo, porque lhes perdoou todos os pecados (Colossenses 2:13 – BV)

Hoje você tem a oportunidade de arrepender-se da vida vivida longe de Deus, em rebeldia a Ele e receber perdão pelos seus pecados. Hoje você tem a oportunidade de trocar a condenação de morte que pesa sobre você por uma sentença de vida.

Jesus disse que para Deus tudo é possível. Disse também que tudo que pedirmos a Deus em nome de Jesus, receberemos. Pedir em nome de Jesus é submeter nossa vontade à vontade Dele e aguardar o tempo de Deus.

Se você hoje está na mesma situação de Jairo, com um causa considerada perdida ou um problema sobre o qual não há mais nada que você possa fazer, eu quero encorajar a fazer o mesmo que fez Jairo o chefe da sinagoga e prostrar-se diante do Senhor entregando a Ele o seu problema.

Jairo não disse uma palavra depois de prostrar-se diante de Jesus. O seu silêncio diante da aparente derrota foi sua resposta de confiança no poder de Jesus.

Ajoelhe-se agora e entregue ao Senhor sua causa perdida.

Alívio e Descanso - Apatia

INTRODUÇÃO

Para onde você vai quando a semana é difícil, quando o filho parece que está sempre doente, quando o dinheiro acaba e as contas continuam? Pra onde você vai quando a família se torna insuportável e você não tem a mínima vontade de sorrir para ninguém? Pra onde você se volta quando a vida fica meio chata e sem graça e o aborrecimento sem motivo? Pra onde você vai quando bate aquela sensação de incompetência, quando você não bate as metas do mês e as suas idéias parecem todas fracassadas? Para onde você vai quando parece que não tem mais para onde ir?

Quando estamos cansados e sobre carregados, Jesus nos chama para si mesmo. Jesus não terceiriza sua missão. Não é o cumprimento de normas, não é a obediência aos rituais, não é o acúmulo de conhecimento, nem tampouco uma eletrizante experiência espiritual são os responsáveis por nos proporcionar alívio e descanso. Ele mesmo é a fonte!

(28) Vinde a mim, todos os que estais cansados e sobrecarregados, e eu vos aliviarei. (29) Tomai sobre vós o meu jugo e aprendei de mim, porque sou manso e humilde de coração; e achareis descanso para a vossa alma. (30) Porque o meu jugo é suave, e o meu fardo é leve. (Mateus 11:28-30)

ROTAS DE FUGA

Infelizmente muito de nós não recorremos ao Senhor nos momentos de cansaço e exaustão. Preferimos nossas rotas de fuga. Você já parou para pensar qual é a sua?

Ativismo

O Excesso de atividades é uma das rotas de fuga mais comuns em nossos dias. As pessoas se escondem atrás das muitas atividades porque não se sentem confortáveis em encontrar-se com elas mesmas diante de Deus. Têm medo de precisarem admitir suas limitações e inadequações. Assim é mais fácil não deixar a roda parar.

O trabalho é uma das maiores fontes geradoras de ativismo. Trabalhar é saudável, dá status, oferece remuneração e reconhecimento. Além disso, é necessário para a sobrevivência. Com essas características, o trabalho tornou-se um monstro engolidor de tempo, desequilibrando a vida das pessoas; deixou de ser atividade e tornou-se ativismo .

Não só as atividades de trabalho, mas também as de lazer e as da igreja podem mudar de status e tornarem-se ativismo. Basta que elas sejam usadas para nós nos escondermos de nós mesmos, das pessoas e de Deus atrás delas.

Aprender a descansar é o antídoto para o ativismo, mas isso só é possível se compreendermos e crermos que Deus nos ama e nos considera importantes não pelo que fazemos, mas pelo que somos: primeiro, seres criados conforme Sua imagem e semelhança; segundo, pessoas que foram feitas seus filhos e filhas através da morte de Jesus Cristo na Cruz.

O Ativismo nos leva para longe de Deus, mas quando nos tornamos conhecedores de nossa posição diante do Pai podemos abrir mão de qualquer tipo de excesso de atividade para construir uma vida equilibrada em que cada dimensão do viver tem seu lugar.

Apatia

Se há aqueles que fogem pelo ativismo, há também os que, em vez de procurar descanso no Senhor, se contentam com a mediocridade espiritual e deixam de se importar com sua caminhada rumo ao caráter de Cristo.

Quando o Senhor fala aos cansados e sobrecarregados, ele oferece alívio e descanso, mas não há em suas palavras um apoio à preguiça, à indolência ou à apatia. Por isso ele começa com um chamado para que aquele que está cansado e sobrecarregado reúna suas últimas forças, saia de onde está e vá até Jesus.

O descaso com as coisas relacionadas ao Reino de Deus e um tipo de abandono calado da fé. A preguiça espiritual não pode se tornar uma muleta para os casados e sobrecarregados. Muletas só servem para remediar o problema por um tempo; o Senhor Jesus oferece alívio e descanso verdadeiros.

A rota de fuga da apatia é a preferida daqueles que preferem ficar parados. É um tipo de egoísmo no qual a pessoa pensa apenas na sua própria comodidade sem perceber que está cavando um buraco para si mesmo. É a rota dos que se escondem da vida e se satisfazem com uma falsa paz.

O apóstolo Paulo alertou um de seus discípulos sobre esse assunto

Não te faças negligente para com o dom que há em ti, o qual te foi concedido mediante profecia, com a imposição das mãos do presbitério. (I Timóteo 4:14)

Timóteo é exortado por Paulo a não se tornar negligente em relação aos dons que havia recebido do Senhor. O apóstolo chama o jovem a colocar em prática, a exercer os dons que ele havia recebido do Senhor. Quando somos negligentes em relação aos dons espirituais, isso não é sinal de que encontramos alívio e descanso, mas sim uma prova de que estamos fugindo da presença de Deus.

Se vamos a Cristo, podemos parar de nos esconder na apatia. Jesus promete alívio não porque ele vai nos livrar das nossas responsabilidades; mas porque, através do seu Espírito Santo, Ele nos tornará pessoas frutíferas e realizadas naquilo que fazemos.

Tiago também deixou um alerta sobre essa rota de fuga que é a apatia, o desânimo, a negligência com coisas relacionadas ao Reino de Deus e à Sua vontade em nossas vidas.

Mas aquele que considera, atentamente, na lei perfeita, lei da liberdade, e nela persevera, não sendo ouvinte negligente, mas operoso praticante, esse será bem-aventurado no que realizar. (Tiago 1:25)

Aqueles que preferem a rota de fuga da apatia espiritual são como ouvintes desatentos. Vêm aos cultos, lêem a Bíblia, ouvem sermões e estudos, mas não têm ânimo para praticar em suas vidas aquilo que ouvem. Falta-lhes a perseverança de continuar no caminho. Olham para o que falta da estrada e se sentem desanimados porque pensam que devem trilhar o caminho da fé através das suas próprias habilidades.

Quem foge por esse caminho não encontra paz. Ao contrário, vive com o coração cansado e sobrecarregado, cheio de culpa e ressentimento contra si mesmo, mas principalmente contra Deus..

Multiplicando as forças

Só há um jeito de evitarmos a rota de fuga da apatia: reconhecer o quanto caminhamos para longe do Senhor, pedirmos perdão a clamarmos por força para atender o seu chamado que diz: Vinde a mim.

O Senhor que nos chama para estarmos com Ele é o mesmo que nos fortalece quando nos declaramos o nosso cansaço e o nosso desejo de permanecermos com Ele.

O Senhor que nos chama dizendo Vinde a mim é o mesmo que multiplica as nossas forças, ainda que você ache que não tem força nenhuma.

(28) Não sabes, não ouviste que o eterno Deus, o SENHOR, o Criador dos fins da terra, nem se cansa, nem se fatiga? Não se pode esquadrinhar o seu entendimento. (29) Faz forte ao cansado e multiplica as forças ao que não tem nenhum vigor. (Isaías 40:28,29)

Se você fugiu pela rota da apatia, não continue! O seu final não é a paz, mas um grande sentimento de falta de propósito.

Se você fugiu pela rota da apatia, é hora de voltar a confiar na capacidade do Senhor em permanecer ao seu lado até o final da caminhada. É hora de volta a perseverar. O Senhor Jesus não faz qualquer promessa que ele não vá cumprir. Por isso ouça as suas palavras e confie.

E eis que estou convosco todos os dias até à consumação do século. Mateus 28:20b

De maneira alguma te deixarei, nunca jamais te abandonarei. Hebreus 13:5b